Noviembre siempre fue un mes duro en Galicia y para Galicia. Hace ahora diez años, por estas fechas, nuestras tierras estaban barridas por fuertes temporales que día tras día azotaban con vientos que permanentemente sobrepasaban los 100 km/hora, incesantes diluvios que día y noche impedían la visibilidad. Una situación caótica en mar y tierra que había llevado al desastre del Prestige, un viejo petrolero cargado con 70.000 litros de petróleo que cubrió toda la costa gallega, de Norte a Sur, los 1500 kms de costa, de un manto negro y viscoso en el que morían aves y peces; un manto que tiñó de negro las siempre blancas y finas arenas de nuestras playas, las rocas multicolores de nuestras rías…un desastre ecológico inolvidable por su significación y costes, pero también por el ejemplo de lucha que nuestras gentes y los voluntarios venidos de otras tierras dieron en el intento de evitar lo inevitable. Pero el mar es vida, y el propio mar, tras la ayuda prestada por los que recogieron toneladas de aquel veneno, regeneró en un plazo muy inferior a lo que cabría esperar la vida que inicialmente había perdido. Volvieron los peces, los crustáceos, el plancton, las aves marinas y hoy, diez años después, tan solo queda el triste recuerdo de aquellas fechas, sin mayores secuelas conocidas, aunque fue mucho lo que se perdió.
También hoy hace diez años, entre aquellos tremendos temporales, ocurrió un accidente de tráfico, terrorífico, del que tan solo nos enteramos ocho horas después de ocurrido (afortunadamente se evitaron 8 horas de angustia a sumar a las después padecidas). Seguir leyendo
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